CARTAS DEL TERCER DÍA

Imagen referencial. / Foto: Flickr de XI (CC-BY-NC-ND-2.0)

“Hace mucho tiempo, durante la dinastía Song, hace quizá más de mil años, el emperador Song Zhezong recorrió todo su reino en busca de una nueva concubina. Viajó hasta muy lejos y finalmente llegó a nuestro condado, donde oyó hablar de un campesino llamado Hu, un hombre con cierta cultura y sentido común que vivía en el pueblo de Jintian. 

El señor Hu tenía un hijo que era funcionario, un joven de buena posición que había obtenido unos excelentes resultados en los exámenes imperiales; pero la persona que más intrigaba al emperador era la hija mayor del campesino. Se llamaba Yuxiu. La muchacha no era una rama carente de todo valor, pues su padre se había encargado de su educación. Sabía recitar poesía clásica, y había aprendido la escritura de los hombres. También sabía cantar y bailar, y sus bordados eran hermosos y delicados. 


Todo eso convenció al emperador de que la muchacha sería una buena concubina real. Visitó al señor Hu, negoció para obtener a su inteligente hija y poco después Yuxiu emprendió el viaje a la capital. El señor Hu recibió muchos regalos y a Yuxiu se le garantizó una vida distinguida rodeada de jade y seda.


Día y noche Yuxiu guardaba para sí sus emociones. Las malvadas mujeres de la corte y los eunucos la observaban mientras bordaba o practicaba caligrafía en silencio. Siempre se reían de su trabajo:”qué mal lo hace”, decían. “Mirad cómo ese mono intenta copiar la escritura de los hombres”. 


Sus labios sólo pronunciaban palabras crueles, pero Yuxiu no intentaba copiar la caligrafía de los hombres. Lo que hacía era cambiarla, inclinarla, feminizarla, y de ese modo creó unos caracteres nuevos que muy poco o nada tenían que ver con la caligrafía de los hombres. Sin que nadie lo supiera, estaba inventando un código secreto para poder comunicarse con su madre y sus hermanas. (“El abanico de seda”, de Lisa See). 


Las mujeres se arman de valentía y rompen con la mayor desigualdad que les separaba del hombre que no era otra cosa que el derecho a comunicarse. Nace, así, un lenguaje secreto de manos de las mujeres de la etnia Yao, el NÜ SHU o el LENGUAJE DE LAS MUJERES,  en una de las provincias del sur de China, Humán, situada en la región de Jiangyong, un idioma sutil, de trazos más elegantes y volcados que el mandarín, al que el hombre no podía acceder. 

Las mujeres entonces, eran excluidas de toda posibilidad de alfabetización, pues la mujer de la época no tenía más valor que el que pueda darse a una moneda de cambio. Inserta en una sociedad machista, hecha por el hombre para el hombre, su vida transcurría en torno al hogar, a matrimonios previamente concertados por la familia desde muy jóvenes, y a la crianza de los hijos. En este formato social, la mujer vivía su embarazo y su parto con el temor absoluto de que su vientre no diera a luz un hijo varón pues, si era niña la nacida, ella sería apartada y sustituida por una concubina con la que el marido intentaría tener el hijo varón que ella no había sabido darle; postergada, humillada y alejada de todo contacto, con la fuerza que da la razón y la necesidad de comunicación, inventan un idioma desde la mujer para la mujer, y así es cómo el Nü Shu cobró vida de forma hablada, escrita y cantada, una escritura única y  misteriosa que con sus más de dos mil caracteres, ha servido para romper el silencia durante siglos de Historia.


Como está claro que el compartir un secreto, une, las Yao no iban a ser menos y de todo ello, nacieron vínculos afectivos muy fuertes, que llevaron a la formación de las "Hermandades Juradas" a las que sólo la mujer tenía acceso, impensables para cualquier varón.


 Uno de los cometidos más importantes y valiosos en el “nü shu” eran las llamadas “cartas del tercer día”, que consistían en cuadernos bordados en tela por las “hermanas de juramento” de la novia (madre, hermanas, tías y primas)  en el llamado Rito de sentarse y cantar en la habitación de arriba


En estas cartas se resaltaban, en forma de canciones, las virtudes de la novia, deseos de felicidad para ella en la vida que comienza, se daban consejos de la conducta perfecta para ser una buena esposa, etc. 


Tres días antes de la celebración de la boda, comenzaba el rito de los lamentos, que consistía en que la madre de la novia, sentada en el cuarto peldaño de la escalera que conducía a la habitación de las mujeres, entonaba un lamento de despedida para su hija, que secundaban el resto de las mujeres presentes, concluyendo la novia con las canciones de lamentos, no sin antes terminar por agradecer a su familia la educación y alimentación recibidas. Posteriormente, las cartas del tercer día se leían en casa de los suegros de la novia (normalmente por una hermana de sangre) al tercer día de la boda, y sólo en presencia de las mujeres de la familia política, para que éstas tuvieran en cuenta los talentos de la novia y la trataran con respeto y cariño. 


En el año 2.004 murió, a la edad de 98 años, una de las últimas mujeres que sabían escribir este idioma, se llamaba Yang Huanyi y gracias a ella, se han podido comenzar las investigaciones pertinentes para dar luz verde  al estudio del IDIOMA DE LAS MUJERES por parte del  varón.


¿No es admirable la historia?













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